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Sin duda habrá tantas maneras de escribir como personas hay en el mundo y muchos dirán que no hay recetas, pero abundan los consejos y métodos sobre cómo es el proceso de escritura.
Algunas de estas recomendaciones no me agradan, pero otras me hicieron reflexionar sobre cómo es que yo escribo. Así que medio en broma, medio en serio, traté de analizar cómo fue el proceso de algunos de mis textos.
O sea, les presento la escritura de cuentos según Rocío.
Mi premisa es que el cuento ya viene dado, lo principal está desde su génesis.
- Empiezo con una idea, una intuición o frase o algo que me atrae y que me lleva a lo que quiero contar. Me entusiasmo: "amaso" y juego con la idea en mi cabeza. Vivo la historia en mi mundo paralelo. En esta etapa soy un peligro: puede estar incendiándose la casa que no me entero.
- Me siento a escribir. No hay tiempo para juzgar. Escribo en papel, casi sin pensar. Y dejo que la historia me guíe. No quiero que termine. Huyo de las distracciones y me refugio en las cafeterías o en las bibliotecas. Mi hijo Franco bautizó a esta etapa como "los viajes místicos de mamá". En esta etapa diría que en el noventa por ciento sé cómo quiero que todo termine, pero esto puede cambiar.
- Lo copio a la computadora de modo crudo. Aquí no corre lo de "menos es más". Todo aporta. Lo dejo reposar. Juego con la idea y con los sentimientos que quiero evocar. Me pongo en la cabeza de los personajes y en sus motivaciones. Más peligro.
- Retomo el texto, lo leo y lo analizo. Aquí entra en acción la parte más cerebral, los mecanismos internos que hacen que el cuento funcione ¿Cómo quiero contar la historia? ¿In media res, desde el final,? ¿Quién la cuenta? Elijo el tiempo verbal. Y experimento hasta que me convence. Como no quiero eliminar los borradores, voy haciendo sucesivas copias en las que trabajar y a veces descubro que estoy trabajando en el borrador equivocado.
- Leo el texto. En algún punto me frustro porque no logro expresar lo que quiero. Lo abandono. Es un caso perdido, no todo deviene en un buen texto.
- Vuelvo a leer el texto. Recorto por aquí, pego por allá. Lo reordeno, dudo y vuelvo a modificar. Me vuelvo a entusiasmar. Ya no sé cuántos borradores tengo y no me importa. Lo dejo reposar.
- ¿Por qué había dejado este texto? No está tan mal, de hecho me gusta. Quedó bastante bien. ¡Qué linda me quedó esta parte! Se lo muestro a mi lectora beta (o sea mi hija Guadalupe)
- Lo releo y lo pulo. Paso el corrector ortográfico y reviso si no hay repeticiones de palabras (si estoy apurada de esta parte me olvido), abuso de gerundios, muletillas, palabras que no suenen bien, etc.
- Lo dejo reposar. Me aburrí de leerlo. Antes de que me arrepienta se lo paso a Paula.(*)
* Paula Simonetti, del Taller a Cuatro manos
Me gustó mucho este acercamiento sincero a tu proceso creativo.1
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